Andrés Calamaro solía cantar eso de que “Si diez años después, te vuelvo a encontrar en algún lugar. No te olvides que soy distinto de aquel, pero casi igual”. Pues bien, aquella máxima del cantautor argentino parece aplicarse al proyecto del Bosc de Diana. Pero con una salvedad, no son diez sino ya once los años que han pasado, todos ellos con más promesas que acciones concretas.
Esta iniciativa, que fué presentada allá por 2010 bajo la denominación de Bosque de Diana o Bosc de Diana, pretendía transformarse en uno de los espacios verdes, que está practicamente dentro del casco urbano. Un total de 67.000 metros cuadrados perfectos para que las familias de todo el país pudieran disfrutar de la convivencia planeada entre lo urbano y lo natural.
Sin embargo, los años han pasado. Con ellos los partidos. Y con los partidos las modificaciones al proyecto inicial, del cual quedan sólo unos trazos. Pero lo más preocupante es que tampoco se ha avanzado en obras concretas, por lo que cabe preguntarse, “¿alguna vez será realidad?”.
A estas alturas resulta mucho más difícil ser optimistas que cuando la intervención fué anunciada. Y, sin embargo, poco tiene que ver su estado actual con el render original en 3D.
Si hasta el año pasado, en el presupuesto municipal estimado para 2020 se incluyó una partida de 55.000 euros para comenzar a ejecutar el acondicionamiento del bosque, la última noticia que tuvimos al respecto es de hace dos o tres meses, cuando se informó sobre la construcción de un camino interior de unos 363 metros lineales.
Basta echar un vistazo a los bosquejos y conocer el sitio, para saber que hace falta muchísimo trabajo de cara a que se asemeje, al menos un poco, a lo que todos los dianenses sueñan. Sin reclamar ya siquiera las áreas para conciertos y esparcimiento, sinó mínimamente una plantación a conciencia y masiva de árboles, que demandarán mucho tiempo en alcanzar una altura considerable.
En resumen, que ese prometido fulgurante despliegue de maquinaria en un corto período, que culminaría con un bonito espacio verde para todos los habitantes de Dénia, se ha transformado en un sinfín de dudosas licitaciones para tareas menores, que sólo parecen tener el objetivo de reflotar el tema en los medios de prensa cada varios meses o cuando se aproximan las elecciones.
Habrá que ver si con la pandemia, y la mayor demanda de aire libre que están teniendo los ciudadanos de las grandes aglomeraciones urbanas, las autoridades locales entienden que la puesta en marcha de un proyecto definitivo es central para la calidad de vida de los dianenses.