La catástrofe de la hostelería dianense, en primera persona
Ya decíamos, hace apenas un par de días, que la hostelería de Dénia quedaba en jaque ante otro cierre programado para mediados de esta semana, como consecuencia de la nueva ola de Covid-19. Pero también sabemos que, a veces, es complicado comprender cuáles son las circunstancias por las que atraviesan quienes se dedican a este sector sin conocer sus propios testimonios.
Por eso, en DeniaGo nos hemos puesto en contacto con Sergio Gilabert, un vecino de La Marina Alta cuya familia siempre se ha desempeñado en rubro de los servicios a turistas, desde que comenzaran hace varias décadas con su recordado camping, “Edén del Sol”.
De hecho, aquel establecimiento que perteneció primero a sus abuelos -Salvador y Manolita-, y luego a sus padres -Salvador y María Teresa-, finalmente legaría para su adultez esta vocación.
Fue allí, durante la gestión de sus padres, cuando el camping comenzó a transformarse lentamente en el restaurante que muchos disfrutaron, “Les Caves de Neptuno” o, simplemente, “el Neptuno”. Desde su juventud, Sergio colaboró con ellos realizando tareas como la venta de helados.
¿Cuál fue el siguiente paso? Incursionar en los locales de comida para llevar. Si alguna vez has degustado los exquisitos platos de Menjars Típics, Sergio es quien se encuentra detrás de ellos.
Pero, sin dudas, su apuesta más trascendente fue la reforma de un antiguo restaurante, en la primera línea del puerto con vistas al Mediterráneo. En ese sitio, las tradicionales recetas valencianas han sabido fusionarse con las últimas tendencias gastronómicas internacionales, logrando sabores únicos que mantienen vivo el espíritu de la cocina dianense. Incluso, no pasó demasiado tiempo
hasta que llegaron los primeros premios. Hablamos, claro, de “El Portet de Donya Paca”.
¿Y cómo les ha afectado la pandemia?
El mismo Sergio nos lo explica: “el día 12 de marzo nos dicen que tenemos que cerrar, hasta que se pueda. Y ya no pudimos retomar la actividad sino hasta el 3 de junio. Tuvimos que adecuar el restaurante con las separaciones. Pasamos a menos de un 50% de aforo”.
Llega entonces el momento de detenerse en las ayudas estatales a esta clase de emprendimientos. Aunque Gilabert reconoce haber recibido apoyo como autónomo por el cese de su actividad, indica también que esa fue toda la colaboración financiera, más allá de ofrecerse líneas de crédito y demás. “Lo que son ayudas directas, pocas y tarde”, resume con resignación.
¿Qué le espera entonces a sus lugares de seguir así la situación? Con los horarios de atención extremadamente limitados de acuerdo a su ubicación, que hacen imposible la concurrencia de muchos de sus comensales de toda la vida, el panorama parece poco alentador.
“Lo que necesitamos son ayudas directas, que nos ayuden a sufragar lo que son los gastos generales: sueldos, alquileres, impuestos, luz, agua. Y, luego, por otra parte, las mercancías perecederas que teníamos los días antes de que tuviéramos que cerrar”, señala Sergio.
“Es un poco agobiante, no saber qué te va a pasar mañana”, cierra este hostelero de siempre, representando la voz de los miles de españoles que tienen una realidad similar.
Esperemos que, pronto, también haya una respuesta para ellos.