Olivia y Candela Lebrero: dejar Dénia para ayudar en Madrid
Está claro que la mayoría de personas ya no sólo españolas, sino de todo el mundo, que se dedican al ámbito sanitario, no lo hacen por ambición, sino más bien por vocación de ayudar a los demás. Así ha quedado claro con esta pandemia, que visibilizó muchísimos casos de profesionales del sector que decidieron abandonar sus pueblos para echar el hombro en zonas más complicadas.
Olivia y Candela Lebrero son dos hermanas de Dénia que, desde hace más de un mes, se encuentran trabajando en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, y probablemente a un nivel de intensidad que jamás hubieran imaginado en sus vidas. Pero, a problemas excepcionales, soluciones excepcionales.
“Llevamos un mes y medio aquí en Madrid, así que ya estamos un poquito más habituadas”, explican, antes de aclarar que su principal motivación para hacer las maletas e ir a la capital a dar una mano fue la solidaridad, que no hacía tanta falta en sus puntos de origen.
“Estábamos confinadas, y Olivia vio una oferta del Príncipe de Asturias, así que nos pusimos en contacto, y enseguida nos llamaron”, detalla Candela Lebrero, no sin luego agregar que ahora se encuentran desempeñándose en la UCI del hospital Ramón y Cajal. Ellas, como otros del personal sanitario de Madrid, fueron desplazadas atendiendo a las necesidades de cada establecimiento.
Era todo bastante caótico, estaba saturadísimo, las urgencias estaban que rebozaban
Consultadas acerca de cómo era la situación al momento de su llegada a la capital, y cuáles son las diferencias con la coyuntura actual, ambas destacan que “cuando llegamos, empezamos en el Príncipe de Asturias, que era uno de los hospitales más afectados. Era todo bastante caótico, estaba saturadísimo, las urgencias estaban que rebozaban, las plantas lo mismo.”
“Ya está todo más calmado, todo más controlado, y estamos también los sanitarios más habituados a trabajar en estas circunstancias. Es verdad que sigue habiendo mucho ingreso, sobre todo en UCI, que las camas están llenas, pero la situación es diferente”, relata Olivia.
Ya está todo más calmado, todo más controlado
De más está decir que su decisión es la misma que tomaron muchos otros sanitarios de toda España, al punto de que ellas permanecen alojadas en un hotel donde la mayoría de los huéspedes se encuentra prestando sus servicios tras haber llegado de sus Comunidades Autónomas. “Hay tantos médicos, enfermeros como auxiliares”, que comparten esta misma dedicación, añade Candela.
“Lo que más impacta, desde la enfermería, es que los pacientes están solos en las habitaciones, no tienen familiares. Les dejan ir a despedirse, eso sí, pero la verdad es que el final de su vida lo pasan solos. Al fin y al cabo hay pacientes jóvenes que tienen móviles de última tecnología, que tienen videollamada. Pero las primeras semanas era gente que estaba sola”, ilustran las hermanas.
¿Y qué hace el personal sanitario en estos casos tan dolorosos? “Es en esos casos cuando más conoces a tus pacientes, porque así lleves diez pacientes, les pones cara, nombre, situación. Si puedes ayudarles a conseguir un cargador, les enciendes el móvil. Eso, a lo mejor en situaciones normales, no lo haces, porque tienen a alguien al lado que se preocupa”, concluyen.